Raza y Caracter

10-02-2011

Raza y Caracter

Frecuentemente, en las publicaciones sobre gatos se hace referencia a las distinciones de comportamiento y carácter en función de la raza del gato. Y aunque algo de verdad puede haber en ello, no menos cierto es que cada gato es un individuo, y las generalizaciones en estos casos no sirven de nada.

Por ejemplo, se suele decir que los gatos de pelo largo son tranquilos y así la definición del persa coincide casi con la de un almohadón, que los europeos son cariñosos e inteligentes o que los siameses son nerviosos, ruidosos y juguetones. ¿Qué hay de verdad en estas afirmaciones? Para responder a esta duda habría que preguntarse antes si es legítimo hablar de razas de gatos. En la mayoría de los casos, estas razas son sólo el resultado de la selección artificial creada por el ser humano, y se tratan más de variedades que de razas en sí mismas, pues principalmente los criadores han intentado crear individuos con determinado tipo o color de pelaje, o un tamaño mayor o menor. Por eso es arriesgado hablar de comportamientos específicos y diferentes en gatos que sólo presentan pequeñas diferencias genéticas.

Las verdaderas razas se fueron creando por selección natural. En cada zona del mundo había un tipo de gato que se adaptaba mejor a las condiciones ambientales mediante la adquisición de determinadas características físicas. Por ejemplo, en Japón existía la creencia de un gato mitológico maligno con una cola de dos puntas que era la fuente de sus poderes sobrenaturales. De esa forma, en ese país se favoreció la expansión de los gatos sin cola, para evitar esa superstición, y el aislamiento de Japón durante siglos permitió la aparición de una raza de gatos sin cola, pues se supone que se favorecería el emparejamiento de los gatos con esa característica morfológica.

Los gatos del norte de Europa, como el Bosque de Noruega o el siberiano, estaban adaptados a las bajas temperaturas, y por eso tenían ese pelaje tan largo. Lo mismo más o menos ocurría con los persas y turcos, pero la intervención de los criadores ha hecho que lo que en su estado natural fuera un mecanismo de defensa, en la actualidad se haya convertido en un engor ro para los propios gatos. Por ejemplo, los persas tenían un pelaje duro que les protegía del frío, pero los estándares de los concursos han ido convirtiendo ese pelo en una capa cada vez más suave y fina, con lo cual ya no tienen ese efecto protector, y sí una molestia para el gato, que debe ser cepillado y cuidado a conciencia para mantener intacto su pelaje.

Otro ejemplo es el del tono de los maullidos. En Singapur no eran muy aficionados a los gatos, así que el pequeño felino que allí surgió mediante la selección natural, tenía un sonido de voz muy suave y débil, para poder pasar desapercibido. Sin embargo en Tailandia (Siam) no había este problema, ya que el gato era realmente admirado allí, y como no sentía la necesidad de esconderse, desarrolló un maullido bien estridente.

Por otro lado, es importante tener en cuenta que en el comportamiento de cualquier animal influyen tanto los factores genéticos como los ambientales. Es la eterna discusión entre lo innato y lo adquirido, que siempre ha traído de cabeza tanto a etólogos como psicólogos. Lo innato es lo que aporta la genética, los genes, y por lo tanto es característico de la raza. Lo adquirido es lo que aporta el ambiente, la experiencia, la educación, etc.

Pero además de todo lo anterior, las diferencias de comportamiento tienen mucho que ver con la edad y el sexo de los gatos. Incluso entre gatitos nacidos de los mismos padres y expuestos al mismo ambiente, habrá notables diferencias de comportamiento, y así unos serán más curiosos que otros, algunos serán más glotones, otros serán más tranquilos o charlatanes que el resto… Cada uno, en resumen, será un individuo diferente de los demás. Si eso ocurre con gatos de la misma camada, imaginemos las diferencias que habrá entre gatos de distintas “razas”. Por lo tanto, no podemos definir la personalidad de un gato en base a esos estereotipos que encontramos en algunos libros. Cada gato como individuo tiene su propia personalidad, que será la suma tanto de su acervo genético como de las experiencias ambientales que haya vivido, y por lo tanto guiarse por los listados de características expuestos para cada raza en determinados libros será una manera demasiado simplificada de intentar entender el comportamiento de nuestro gato.

Bibliografía:
-El gato. Tomo I. Ed. Planeta-De-Agostini, S.A. Barcelona, 1994.
-Fogle, Bruce. Los gatos hablan sobre sus dueños. Ateles Editores, S.L. Madrid, 2001.
Contribución de Isabel Gil

 

Autor: Contribución de Isabel Gil

Fuente: Mi Gato