Lenguaje y comunicación de los gatos
23-01-2011
Los gatos, como todos los seres vivos incluido el ser humano, necesitan utilizar un lenguaje para comunicarse con otros seres (bien sean gatos, humanos, etc.), por ejemplo para delimitar un territorio, cuidar a sus crías, hacer notar una amenaza o avisar de un peligro. Ya que no pueden "hablar", utilizan unos signos para entenderse y hacerse entender.
Los signos que utilizan los gatos pueden ser de dos tipos principalmente:
-Signos de naturaleza fugaz: mímica, gestos, voces.
-Signos de naturaleza perdurable: marcas de olor, principalmente.
Hasta hace poco tiempo se pensaba que los gatos eran animales asociales y solitarios, y existía la duda de para qué necesitaba un sistema tan completo de comunicación. Sin embargo, la etología actual expone que los gatos, sobre todo los domésticos, no son esos seres solitarios que se pensaba, y que el hecho de que su domesticación fuese por voluntad propia y no forzosa ha determinado la creación de una organización social compleja, en la que se incluye el lenguaje intra e interespecífico (entre gatos y con otras especies). Recordemos que en el antiguo Egipto los gatos fueron aceptados gracias a sus habilidades como cazadores de pequeños animales dañinos para el hombre (ratones, serpientes...), por lo tanto no fue domesticado a la fuerza, sino que fue alimentado y cuidado con el fin de obtener de él un beneficio. No obstante, incluso los tipos más salvajes, no sólo de felinos, sino de cualquier otra especie animal, necesitan entenderse para procrear o defenderse. Por lo tanto, la capacidad para crear e interpretar los signos es innata en todos los animales.
Mímica
El gato posee un buen número de músculos en la cara que le permiten realizar gran cantidad de gestos combinándolos con movimientos de orejas, bigotes, pupilas y pelos. Por ejemplo, las orejas dirigidas hacia delante indican un interés amistoso y diversos grados de interés según dirija los músculos de la frente hacia arriba o hacia el centro. Las orejas levantadas y dirigidas hacia atrás indican una amenaza de ataque; en este caso, ladea la cabeza ligeramente y fija su mirada intensamente en el contrario. En el caso de que las doble hacia atrás y los lados está señalando su disposición para la defensa, miedo y huída. Si el miedo es intenso, además de replegar las orejas, los músculos de las mejillas dirigen los bigotes hacia abajo y hacia la garganta, agitándolos.
Zip demuestra un alto nivel de atención y curiosidad con sus orejas levantadas, los ojos bien abiertos y los bigotes dirigidos hacia delante.
La disposición de los bigotes en forma de abanico también se encuadran dentro de este grupo de expresiones. Si los tiene hacia los lados y poco extendidos indican tranquilidad, placer, buen humor e incluso indiferencia. Los bigotes extendidos hacia delante y vibrando señalan tensión y actividad inminente. Si están replegados hacia atrás, es señal de timidez y retraimiento.
Las pupilas estrechas expresan tensión, gran interés y amenaza agresiva, y las dilatadas indican miedo, sorpresa y defensa, aunque aquí el problema principal es que la modificación de las pupilas depende de la cantidad de luz ambiental, con lo que es posible que no distingamos bien si el gato está excitado. Aún así, se pueden diferenciar algunas señales básicas. Las pupilas dilatadas indican una emoción creciente o bien que tiene hambre. Por tanto, se agrandan tanto en una situación agradable como en una amenazante.
La apertura de los párpados también expresa el estado de ánimo. Los suele abrir mucho ante los extraños, indicando un estado de vigilancia, mientras que en una situación controlada y relajada, como por ejemplo ante su dueño, suele mantenerlos entreabiertos. En cuanto a la mirada fija, claramente los gatos perciben ésta como un síntoma de amenaza, por lo cual suelen volver la espalda ante unos ojos que le observen fijamente.
El bostezo no tiene el mismo significado que en los humanos, sino que indica principalmente que todo va bien y el gato se encuentra tranquilo.
Merry bosteza indicando con ello que se encuentra seguro y tranquilo.
Hay dos movimientos de los labios que son característicos de los felinos: el "flemen" y el gesto defensivo de los grandes felinos. El flemen es una curiosa expresión del rostro que se produce ante determinados estímulos olfatorios. El gato abre ligeramente la boca y eleva la nariz y el labio superior, produciéndole unas arrugas características en la zona que parecen indicar que algo le da asco. Sin embargo, se trata de todo lo contrario, ya que es un momento de intenso placer en el gato. Este gesto está relacionado con el órgano de Jacobson, un segundo órgano olfatorio que se encuentra muy desarrollado en el gato y que otras especies como los monos o el hombre han perdido. El segundo movimiento de los labios en felinos es denominado "gesto de turbación", y hasta la fecha sólo se ha observado en grandes felinos, aunque puede que en los gatos sea tan imperceptible que no haya sido apercibido. Es muy parecido al flemen, con la diferencia de que la boca permanece cerrada, no arrugan la nariz y los labios se retraen mucho más, además de que se produce un lento balanceo de la cabeza. Es un gesto amistoso ante un congénere que se acerca a su vez de manera amistosa.
Gestos
Aquí se incluyen todos aquellos movimientos que se realizan con la cabeza, el tronco y las extremidades, incluyendo los movimientos de la cola y la capacidad para erizar el pelo. Si mantiene la cabeza ladeada, está indicando su disposición a un acercamiento. El gato que se sienta superior se acercará con la cabeza alta, y el de rango inferior la bajará un poco. La mímica acompañante aclara si se trata de un acercamiento amistoso u hostil.
Carlota está temerosa. Por eso dobla las patitas de atrás, preparándose para una huída. Mientras tanto, observa con curiosidad y cautela el origen de su temor.
Si un gato dobla las patas de atrás está demostrando inseguridad o miedo, pero si dobla las de delante se está preparando para un ataque. Si dobla las cuatro patas demuestra inseguridad y disposición para defenderse.
Según los etólogos, el gato puede transmitir 12 señales con la cola. Si está recta, indica amistad. Si la eriza señala agresividad. Si la arquea, el gato está a la defensiva. Si la arquea sólo suavemente señala gran interés por el amo, sobre todo cuando le prepara la comida. Si agita la cola al aire fuertemente está en un estado de gran nerviosismo, incluso enfadado. A veces, el gato oscila la cola violentamente cuando observa un pajarillo detrás de una ventana. Este movimiento denota un profundo conflicto interior en el gato, que no sabe decidir si atacar a la presa ya o esperar un mejor momento. Esta última característica del lenguaje corporal del gato fue perfectamente descrita por el zoólogo y etólogo británico Desmond Morris:
"La verdad es que el gato quiere hacer dos cosas al mismo tiempo, pero un estímulo bloquea el otro. Por ejemplo, si el gato maúlla de noche porque quiere que le dejen salir y la puerta se abre mostrando que fuera llueve a cántaros, el animal puede empezar a agitar la cola. Si se sumerge en la noche para permanecer un momento bajo el aguacero en actitud desafiante mientras se moja hasta los huesos, la cola se agitará aún más furiosamente. Por último, se decidirá: se precipitará a refugiarse en la comodidad de la casa o, a pesar de las condiciones climáticas, se pondrá valientemente a explorar su territorio. En cuanto el animal haya resuelto su dilema, en un sentido o en otro, su cola dejará inmediatamente de agitarse".
En cuanto al lomo, si el gato redondea la espalda significa que desea ser acariciado, pero si la arquea mucho está muy irritado. Si el gato tiene miedo se le eriza el pelo de todo el cuerpo, pero si está dispuesto a atacar sólo eriza los pelos de la zona media del lomo y la cola. Los anglosajones denominan "Halloween" al gato que adopta una actitud defensiva. Éste, para impresionar a sus adversarios, eriza todo su pelo para aparentar ser más grande de lo que en realidad es.
Voces
El Saldo se muestra inseguro, por eso camina con las patas de atrás dobladas y el lomo erizado.
El gato dispone de un amplio repertorio de sonidos para comunicarse en distintas situaciones. La gata en celo es capaz de mantener un verdadero diálogo con sus pretendientes. Las madres usan una serie de sonidos para comunicarse con sus crías. E incluso el gato usa unos sonidos específicos en su conversación con el ser humano, que no usa con los demás gatos. Todavía no se conoce con exactitud cómo funciona el aparato vocal del gato. Durante mucho tiempo se pensó que poseía una doble glotis, con dos tipos de cuerdas vocales: las superiores o falsas y las inferiores o verdaderas. Se creía que los maullidos se producían por vibraciones de las cuerdas inferiores, y el ronroneo por las superiores. Pero esta teoría ha sido rebatida por otras que afirman que las cuerdas superiores son un replegamiento de la faringe, y por tanto no intervienen en la emisión de la voz.
Actualmente se piensa que el ronroneo se produce por la contracción rítmica de los músculos de la laringe, en el que interviene también el diafragma. El ronroneo aparece inmediatamente después del nacimiento, y es un signo de dependencia del gatito hacia la madre, que mediante este sonido puede reconocerlo. En el gato adulto es el recuerdo de una actitud infantil, que indica la subordinación al amo que le da comida. Expresa satisfacción y placer, y puede ser provocado incluso por una voz conocida, sin necesidad de contacto físico directo. Pero a veces denota un estado de ansiedad, miedo e inferioridad, e incluso gatos que están gravemente enfermos ronronean sin parar. Esto se debe a que el gato se nota en inferioridad de condiciones y está intentando tranquilizar a un posible enemigo, aunque algunos autores dicen que lo hace para expresar el alivio que le produce la presencia de una persona conocida.
El ronroneo es una forma de expresión única en los felinos. Pero también usan otros sonidos en su lenguaje. Por ejemplo los murmullos. Este sonido se produce manteniendo la boca cerrada, y es el más usado por los gatos, especialmente en la comunicación intraespecífica.
Además del ronroneo y de los "murmullos" producidos con la boca cerrada, el gato dispone de un enorme conjunto de sonidos que se dividen en dos categorías. En la primera se incluyen los maullidos emitidos con la boca abierta y luego inmediatamente cerrada. A estos se les llama "vocales". Constituyen el auténtico vocabulario del gato, y tienen una gran variedad de sonidos y modulaciones de voz. Cada maullido es un mensaje perfectamente identificable. En la segunda categoría están los sonidos de mayor intensidad, que suelen utilizar sobre todo para comunicarse con los demás gatos y que están relacionados con mensajes de urgencia. Son por ejemplo, el gruñido del macho que ataca, el bufido del gato amenazado...
Según algunos estudiosos, el bufido intentaría despertar en el gato agresor (al que se enfrenta el gato amenazado) el atávico miedo a las serpientes venenosas.
La expresividad de los gatos depende en parte de su raza. Mientras los siameses son considerados de los más charlatanes entre los felinos, las razas de pelo largo son relativamente silenciosas. Pero en esto influye mucho la estimulación ambiental que tenga el gato. Mientras más se le hable al gato, más desarrollará su capacidad de comunicación.
Señales olfatorias
Desde que nace, el gatito tiene un sentido del olfato muy desarrollado que le sirve de contacto con su madre, ya que nace sordo y ciego. En ello influye sobre todo la presencia de un órgano que sólo tienen los gatos, los perros y los conejos: el órgano de Jacobson. Se trata de un minúsculo conducto que parte de la bóveda del paladar, y que posee doscientos millones de células sensoriales especializadas. Este órgano permite que el gato reconozca las sustancias químicas presentes en el aire y las clasifique y diferencie correctamente.
Los gatos, además de poseer su propio olor corporal, como todos los mamíferos, poseen una serie de glándulas cutáneas que segregan sustancias aromáticas. Estas glándulas se encuentran en las mejillas, la barbilla, la planta de los pies, el dorso, la raíz de la cola, además de las glándulas anales y genitales. En los grupos de gatos estas sustancias aromáticas se comparten entre todos los miembros para establecer la pertenencia al grupo. Para ello se utilizan unas formas de contacto muy características, como el roce de cabezas, de dorsos, frotarse con un poste, pasar el lomo bajo la barbilla de un compañero, etc. Como vemos, estas también son formas de comunicación. De esta manera, los gatos saben si hay algún intruso en el grupo. Esto también ocurre en los gatos domésticos. Nuestros gatos, aunque convivan solos con humanos, tienen la costumbre de impregnar toda la casa y sus habitantes con su olor. Así, cuando caminan por la casa suelen hacerlo rozándose con las esquinas de las paredes, los muebles o las piernas de los humanos. Este comportamiento es muy característico a la hora de prepararle la comida. Tanto en el caso de gatos domésticos como de gatos callejeros, cuando solicitan su comida (bien a su humano o a su madre gata) suelen pegar el flanco contra las piernas del humano o contra el cuerpo de la gata y rodearlos con su cola. De esta manera impregnan con la sustancia olorosa desprendida de la base de su cola a su madre gata o "sustituto humano", demostrando de esta manera su dependencia hacia ellos. Lo mismo se puede decir de los roces de sus cabezas contra la cara, manos o cualquier otra parte del cuerpo de su humano. Es su forma de decirnos que nos aceptan en su grupo, pues una cosa muy curiosa en los gatos es que nos consideran también como gatos. Por tanto, su comunicación gestual con nosotros es idéntica a la que utilizan con sus congéneres. El único rasgo distintivo del lenguaje felino en relación al humano es la utilización del maullido, que sólo usa con éste y no con los demás gatos.
Lisi demuestra con su roce de nariz que forma parte de un grupo o "familia".
Los machos tienen otras dos formas de comunicarse mediante el olor. Una es dejando sus excrementos a la vista y la otra es marcando con orina en determinados sitios. Normalmente, todos los gatos, machos y hembras, entierran sus excrementos y orina, pero en los límites de su territorio los machos suelen dejarlos sin enterrar en lugares bien visibles, para hacer entender a los intrusos que se están adentrando en un territorio que no les pertenece. En cuanto al marcaje con chorros de orina, es característico de los machos, aunque también lo hacen algunas hembras. No obstante, los machos poseen un saco anal que segrega una sustancia olorosa muy desagradable para el olfato humano. El macho mezcla la orina con esa sustancia olorosa. Por lo tanto, el marcaje de las hembras no tiene ese característico olor de los machos. El mismo efecto que tienen estos marcajes con orina lo tienen también los arañazos sobre troncos de árboles. No se sabe a ciencia cierta si las secreciones de las glándulas que hay entre los dedos dejan señales olorosas, pero lo que es cierto es que estos arañazos son interpretados por otros gatos como demostraciones de fuerza. El gato que los produce no sólo se está afilando las uñas por necesidad, sino que indica a otros rivales que ese es su territorio, y de camino les enseña cómo son sus garras.
El término "comunicación" es muy amplio, y durante mucho tiempo la arrogancia humana ha impedido observar que los animales también tienen un amplio vocabulario, aunque sea muy distinto del lenguaje conceptual humano. Sin embargo, entre el gato y el humano se produce una comunicación "natural" sin necesidad de aprendizajes de ningún tipo. No obstante, conviene conocer todos los aspectos del lenguaje de los gatos para que no se produzcan "malentendidos" entre ambas especies, cosa bastante normal, por otro lado. Los humanos que conviven con gatos suelen comprender perfectamente las necesidades comunicativas de sus mascotas, pero la cosa es más complicada de lo que a primera vista parece, pues en la práctica los gatos no utilizan una sola señal para decir algo, sino que suelen mostrar todo un conjunto de señales a la vez. La sensibilidad del humano y su disposición a "escuchar" a su gato es lo que hace posible que esa comunicación sea bidireccional.
Bibliografía utilizada
-El nuevo libro del gato. U. Müller. Editorial Everest, S.A. León, 1987.
-El gato. Planeta de Agostini, Barcelona, 1994.
Contribución de Isabel Gil